martes, 13 de octubre de 2009

La Teoría del Espárrago


Todo empieza con la “Teoría del Espárrago”, que explica que eres infiel cuando quieres terminar una relación aburrida, pero no sabes por dónde empezar.
Veamos como funciona:
En la variedad está el gusto. Si te encanta el chocolate, luego de comer chocolate durante un día entero, acabas hartándote.Y darías cualquier cosa por algo distinto, aunque sea espárragos fritos . O sea que cuando te has empalagado con alguien y comienzas a aburrirte , terminas deseando que te manden a freír espárragos. Por eso hay tantos infieles. Como no se animan a irse por sí solos y prefieren que los echen, buscan en la infidelidad una manera rápida para que los manden a freír espárragos.
Tirso de Molina explica bien los deseos del infiel: “El mayor apetito es otra cosa,/aunque la más hermosa se posea./La que no se ha gozado, nunca es fea;/lo diferente me la vuelve hermosa;/mi voluntad de todas es golosa:/cuantas mujeres hay, son mi tarea.” Hay tíos que, como Don Juan, dicen “me gustan todas”. Otros dicen, “ me gustan las morenas” o “prefiero las rubias”, sin darse cuenta de que hay decenas de mujeres que cumplen con esa descripción. ¿Podrán ser fieles a su esposa, dado el poco criterio selectivo que tienen? Es más: si se cruzan con una morena teñida de rubio...¿Esa les gustará el doble?
En verdad, la mayoría de los hombres no hace esfuerzo alguno para resistir los encantos femeninos. Por lo general, quedan prendados con la mujer bella, se fascinan con la mujer seductora, y tienen sexo con la única que nos los eche a patadas de su cama.
La infidelidad masculina también se explica con el modelo de la “Ecuación matemática infalible”. Es decir, que un hombre es infiel cuando calcula el resultado de la siguiente ecuación mental: “Pudiendo tener sexo con todas las mujeres del mundo que no me echen a patadas de su cama, elegí casarme con Dorita” .Si al señor en cuestión le tiene sin cuidado lo que puedan afectarle a Dorita sus andanzas, el límite de sus aventuras extramatrimoniales lo darán sólo dos cosas: sus kilos de más y su calva. Excepción hecha a que el señor no sea agraciado pero sea agradecido, en cuyo caso una billetera suculenta o un puesto de poder podrán dotarlo de atractivos más poderosos que la facha del mismísimo Brad Pitt. Los hombres infieles son los que, cuando hacen la ecuación entre “ Qué problema si Dorita se entera” y “Qué placer revolcarme con la rubia del Departamento de Ventas”, llegan a la conclusión de que el cálculo da un resto positivo, y que vale la pena correr el riesgo. Después de todo, Dorita nunca pisa la oficina y hace seis meses que usa la cama solo para contarle qué aparatos dejaron de funcionar ( entre ellos, el de él).
Motivos para revolcarse con la rubia de Ventas hay muchísimos, verdaderos o artificiales, como sus largas pestañas verdaderas y sus grandes tetas artificiales. Sin embargo, los especialistas en pareja coinciden en que el principal motivo de la infidelidad es buscar afuera de casa lo que está faltando en el matrimonio, como un reproductor de DVD, un boli que escriba o un yesquero que funcione.
Lo grave es cuando el infiel es malo en álgebra, la ecuación le da con error, la rubia de Ventas lo deja esperando bajo la lluvia porque se encontró con su novio rugbier, la señora que hace el planchado ve al marido de Dorita esperando con flores en una esquina, le cuenta a Dorita, Dorita se entera de todo y le arma un escándalo increíble...¡ cuando el buen hombre a la rubia de Ventas no le has visto ni el color de las bragas!
Pero para ecuaciones buenas estaba Einstein. Que pena que ya murió.

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